Pienso en tu amplio mirar,
incesante, casi dilettante.
El tiempo,
hasta ahora inmutable, precisa tus reglas para esquivar.
Vida calculable,
ausente de novedad.
El tiempo,
astuto como es,
medir ha de olvidar.
Vacilante, entre dos,
dos almas,
dos minutos,
dos segundos.
¿Dos tiempos?
¿Escuchas esta queja?
Como cascada,
inevitable y fluvial.
No quisiera con tus reglas navegar.
Desvía el tiempo su caudal.
Estético, atractivo y funcional,
también con dulce y misteriosa densidad.
Arquitecto de aromas,
lo puedo nombrar.
Quejas no podrá escuchar,
solo aromas recordar.
Registrados cuidadosamente,
en pensamientos y más allá,
donde el suelo solo sentirás girar.
Fugitivo e impune,
de filo amplio,
cortante de la continuidad.
¡Justicia he de implorar!,
¡Por los tiempos ociosos que se me van!