En un void infinito de placer y sufrimiento… donde todo decae, envejece. Buscando la claridad cósmica. Conciliar con Zeus. Jugar a los dados con Dios.
Socavar el destino e ignorar lo obvio es como ir downhill al manicomio.
O mejor aún — volar tan alto, con alas de cera muy cerca del sol. Y mirar hacia abajo y ver todos los espejos de la tierra carecen de reflejo, no reflejan a este astronauta un autor de espejismos.
El asienta porqué sabe que su alma sabe bailar y mientras aprende la sutil diferencia entre sostener una mano y encadenar el alma, planta frailejones en el páramo, decora su alma, exhibe sus caminos en cartas ridículamente astrales, carencia de mueblerías y exceso de paredes blancas.
Ya le preguntan los de la mafia, pero la mafia del destino. ¿Acaso es que usted sabe pintar paredes?